El partido ante Irán no sirvió para sacar demasiadas conclusiones y el de Egipto no le fue a la zaga. España no necesitó su mejor versión para apabullar a una selección egipcia muy floja (tal vez la de menor nivel de todo el campeonato). Si bien en el primer cuarto ya consiguieron una renta de 16 puntos (26-10) gracias fundamentalmente a un hiperactivo y acertado Rudy Fernández, en el segundo acto, los de Orenga dormitaron y se dejaron ir (16-14 en este periodo).
Sin embargo, el paso por vestuarios sirvió para que Ibaka y Ricky Rubio salieran a disfrutar y a hacer disfrutar en la cancha. El pívot de los Thunder fue, de largo, el mejor del encuentro. Intensidad, rebotes, intimidación y transiciones espectaculares fueron su carta de presentación.
Ibaka (18 puntos y 8 rebotes) encontró un buen aliado en Rubio (7 asistencias) en esa segunda mitad, el base de los Timberwolves se ha presentado en este arranque de Mundial como director titular de la orquesta. Una apuesta de Orenga, sin duda, que, al menos a mí, me ofrece dudas. El catalán siempre ha destacado como actor secundario, nunca como primer espada. Algo que sí ha sabido hacer José Manuel Calderón, relegado a un segundo plano en este inicio mundialista. Sin hablar del Chacho Rodríguez, el más talentoso de los tres y el que mejor temporada ha cuajado y al que Orenga relega a un factor revulsivo.
El por qué de estas dudas a pesar de la victoria ante Egipto reside en que el verdadero Mundial empieza ahora. España se medirá en la tercera jornada a Brasil, una (si no la más) dura oponente en esta fase de grupos. A partir de ahí, los rivales de entidad se sucederán y no parece que los roles aparezcan demasiado bien definidos. No es menos verdad que ante el 90 por ciento de las selecciones a España le bastará con su infinita calidad (de largo la mejor plantilla del torneo y la más compensada).
En el capítulo de buenas noticias aparece también la buena actuación de Abrines, que en apenas 10 minutos consiguió sumar buenos números y mejores sensaciones.
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