El sufrimiento. La desesperación. La épica. Y, por encima de todo, la victoria. Pueden ser perfectamente las cuatro cosas que más simbolicen el madridismo. Todo eso se ha visto presente una noche más en el sitio donde los sueños de los seguidores del Real Madrid de baloncesto se hacen realidad.
El Real Madrid ha conseguido en el Palacio de los Deportes su segunda victoria en la presente edición de la Euroliga tras vencer en un agónico final al Bayern de Munich de Svetislav Pesic.
Todo hacia presagiar una noche tranquila en la casa del actual poseedor del trono europeo. Los hombres de Laso, dirigidos por un incombustible Felipe Reyes, pronto abrían brecha en el marcador, llegando al final de los primeros diez minutos de encuentro con un 33-20 favorable. El cuarto además finalizaba con una canasta sobre la bocina de KC Rivers, que volvía al Palacio, el cual le ha acogido con una preciosa ovación.
Los siguientes veinte minutos de encuentro sacaron todas las vergüenzas del Real Madrid a relucir. Dos cuartos enteros de absoluta desidia defensiva, en los cuales los pupilos de Pablo Laso encajaban la friolera de 61 puntos entre ambos parciales. Rotación cada vez más reducida (Thompkins desaparecido en combate, Willy y Nocioni han jugado apenas unos minutos, Doncic no ha llegado siquiera a pisar el parqué, Taylor hasta el final del tercer cuarto más de lo mismo) y un equipo que parecía incapaz de proteger su propio aro de los Rivers, Renfroe, Djedovic y Bryant. El Real Madrid se derrumbaba ante el físico del conjunto alemán, que veía cómo pasaban los minutos y el conjunto blanco seguía sin ser reconocible (81-73).
Pero si algo no le ha faltado nunca a este grupo es coraje y corazón, creer hasta en la más complicada de las noches en que la remontada es posible porque eso, al fin y al cabo, implica el madridismo. Con Taylor como punta de lanza de la retaguardia merengue y más con orgullo que con talento, el Real Madrid realizaba un gran último cuarto en defensa y en ataque. Un cuarto con el Palacio vibrando lleno de rabia y furia, llevando al equipo en volandas ante un rival que estaba con una confianza en el tiro y en sus opciones de victoria por las nubes.
En definitiva, una de esas grandes noches en el Palacio. Una de esas grandes noches donde nunca faltan los Llull, Felipe o Rudy. Una de esas grandes noches donde no falta Jaycee Carroll que, con un triple agónico, casi sobre la bocina, hacía levantar a un Palacio completamente entregado al equipo. El delirio de la noche madrileña esta vez estaba en Goya.
Un 101-99 que coloca al Real Madrid con un balance de 2-2 en el grupo A. Siguiente parada: Estrasburgo. Esperemos que allí nuestros corazones no sufran tanto como en esta noche de jueves que recordaremos durante mucho tiempo.
Víctor Vera Santos
@victorverasants
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