Ser del Real Madrid baloncesto significa infinidad de cosas. Orgullo por ser el equipo de BALONCESTO más laureado de Europa, observar como es el equipo más seguido de España y de los principales de Europa, las filias y fobias a mansalva que despierta, la exigencia que despierta en todos, sus aficionados los primeros, y el ataque indiscriminado al que es objeto desde siempre, agudizado ahora con el uso masivo de redes sociales.
Todo lo mencionado puede tener una lectura positiva, pero hay una disyuntiva que no deja de sorprenderme. Si bien es excusable entre los aficionados más jóvenes, la falta de memoria parece arraigada dentro del aficionado madridista al deporte de la canasta. Este fin de semana hemos tenido prueba de ello. La derrota ante el eterno rival, aquel cuyo nombre no debe ser nombrado, en un partido típico de pretemporada (La Supercopa es eso, un torneo de pretemporada, sólo que ahora no se disputa en un pueblo en fiestas) desató un considerable número de críticas hacia el equipo de Pablo Laso. Se podría entrar en valoración de que llevan dos semanas entrenando, que no se preparó el partido específicamente para competir (en defensa sobre todo), que hay jugadores que todavía no se les ha desprendido el moreno, y un largo etcétera para justificar una siempre dolorosa derrota.
Pero mi reflexión va más allá. Más allá de recordar a todos esos aficionados ávidos de atacar a entrenador (sobre todo) y jugadores. Con comentarios no sólo desafortunados, sino en algunos casos, mentira (hemos ganado al Barcelona las dos últimas ligas con un balance de 6-1). Señalar que Rice es nuestra bestia negra, “que siempre se sale contra el Madrid”, y no acordarse de cómo eliminamos a su equipo del TOP-16 en un encuentro a vida o muerte, con una discreta aportación del de la cinta….
No. Mi reflexión va más allá. Al seguidor madridista de ahora, el que es tan exigente y no perdona una derrota en pretemporada le pediría que echase la vista atrás un poco más allá. Antes de la era de Pablo Laso al frente del equipo.
Quizá haya que recordar a los aficionados madridistas, (jóvenes y no tanto) que no hace muchos años ni siquiera jugábamos la máxima competición continental. Que igual tuvimos a algún entrenador más mediático. Que se nos vendió muchas cosas. Que ganábamos una liga cada diez años. Que tuvimos en el palco como representante madridista del baloncesto a un personaje como Valdano. Que uno de nuestros entrenadores hablaba una y otra vez que no teníamos presupuesto. Que ese entrenador fue también general manager del club. Que no había jugador decente en Europa que quisiera venir a jugar a Madrid. Que se dijese que jugadores como Hosley o Massey eran ilusionantes. Que la cantera era inexistente, años y años sin ganar un campeonato de España en varias categorías. Que desde dentro hubo hasta un jugador que definió el club como “casa de putas”. Que estuvimos veinte años sin ganar una Copa del Rey. Que hubo un año que NO NOS CLASIFICAMOS NI PARA PLAYOFFS. Y parecía que no pasaba nada.
En vez de pasar a cuchillo (metafóricamente) a entrenador y jugadores, hasta el mes de julio no se despidió a ese otro ser que no debe ser nombrado. Que se fichaba a un presunto pívot Top europeo, y la noticia era que dejó su coche abandonado en Madrid, porque canastas metió más bien pocas. Años en los cuales el Estudiantes nos mojaba la oreja, nos eliminaba en playoffs y tenía mejor plantilla. Años en los que vimos al Barsa y Baskonia dominar en Europa y ACB. Años en los que pasaron entrenadores y jugadores a mansalva, medianías casi todos. Años en los que sólo recordamos con sonrisas algunos momentos efímeros, como un triple en una final. Años de sequía, de falta de proyecto. Años en los que incluso hubo un proyecto tan bizarro como la fusión con Estudiantes, aunque ahora todo el mundo lo negará y dirá que no es cierto, con el ansia de algunos directivos y futboleros de querer cargarse el equipo de baloncesto (esto da para otro artículo). Y tantas otras sinrazones que tuvieron y tuvimos que aguantar durante muchas temporadas.
Y entonces llegó Laso. Y el resto es historia. Títulos y buen juego. Y derrotas, por supuesto, algunas muy dolorosas. Pero volvimos y volvemos a ser élite. Hay que seguir siendo exigentes. Muy exigentes. Pero que eso no nos evite disfrutar el camino y lo logrado. La memoria debe estar presente. Y la memoria reciente del Madrid es mala. Hasta hace poco.
Disfruten del baloncesto. Disfruten del Real Madrid.
@Acidarro15
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