Es sabido y notorio la importancia de las estadísticas, las cifras, los porcentajes, los números, al fin y al cabo en este noble deporte del baloncesto. Estamos acostumbrados que al final de los partidos, se pueda revisar hasta el más mínimo detalle numérico del roster de nuestro equipo. Minutos y segundos jugados, tiros anotados y fallados, rebotes, y así hasta completar el cuadro estadístico individual y del conjunto. Terminando claro está en la “moda” para algunos, “conclusión cuasi-definitiva” para otros, que determina el rendimiento en el baloncesto, la valoración. Pero hablar de ese término y lo que ello conlleva y engloba, creo que merece una reflexión aparte. O no. El caso es que no voy a hablar de ella, ya que hoy toca ejercer lo que soy, de veterano aficionado. O viejuno, lo que prefiráis.
Desde la creación de la actual Euroliga, en el año 2000, esta institución ha abrazado como suyas, unificando la máxima competición europea en cuanto a palmarés, jugadores y equipos, sumando los conseguidos bajo el formato de copa de europa, liga europea, y Euroliga. Vamos, tener un mismo palmarés histórico con los equipos campeones, así como reconocer a todas las leyendas del baloncesto europeo a lo largo de décadas. De ahí sale que el mas laureado históricamente hablando es nuestro Real Madrid, con 9 entorchados continentales. A modo de anécdota, esta manera de medir los títulos, englobando toda la historia baloncestística europea, parece que no gusta en algunos sitios. Empeñados en decir que su equipo tiene mas Euroligas que los blancos, desdeñando el baloncesto jugado antes del citado año 2000. Vamos, que quieren contar de otra manera, de la forma que les interesa en ese momento.
Pero volvamos a lo que iba, que desvarío siempre con los que visten y siguen a los azulgrana. Esta uniformidad que se da en palmarés, homenaje a jugadores históricos y cariño hacia los años del blanco y negro, es normal ver en las retransmisiones enfocar a la grada y presentar a las “leyendas de la Euroliga”. Parece que se ha logrado una cierta “normalidad” dentro de lo que ha sido el fragmentado baloncesto europeo. La época FIBA y la Euroliga ya es tratado al mismo nivel.
En cuanto a los números con los que empezaba estas líneas, no se da así. Los récords de valoración, máximos reboteadores, asistencias, etc, etc. sólo son tenidos en cuenta a partir del año 2000. Eso significa que las titánicas actuaciones de Sabonis, los maravillosos pases de Kukoc, el anotar sin descanso de Gallis, o incluso adentrándonos más en la historia, lo producido por Bob Morse, Emiliano Rogríguez o Meneghin, no cuentan para esos récords ni comparaciones. La razón esgrimida, por parte de Euroliga es la imposibilidad material de de antes del 2000, no de 1974 o de los años 60, no… del año 2000, imposibilidad de cotejar y de que sean fiables las estadísticas previas a este año. Me vais a perdonar, pero al enterarme de estas “razones” mi cara de tonto se agudizó con una expresión aún más estúpida.
Llevo siguiendo el baloncesto tres décadas. Poseo revistas y periódicos con estadísticas pormenorizadas de multitud de partidos de años 80 y 90. Quizá falte algún departamento estadístico en algunos, como la valoración y las faltas recibidas. Pero os garantizo que existe el llamado “imagen en movimiento” o imágenes de vídeo que permiten la revisión de no diré todos, pero seguro que de una gran mayoría de los partidos de la máxima competición continental, con el fin de esta agrupación estadística. A ello hay que añadir coleccionistas, hemerotecas de periódicos (la del Mundo Deportivo es especialmente completa) y sobre todo, que igual es la clave, señores: ganas de trabajar. No creo que sea tan complicado. O sí.
El caso es que cuando oigáis que Doncic ha fulminado el récord de valoración de la historia de la Euroliga, quizá hace 25 años algún jugador yugoslavo lo hizo igual. Pero ahora no se contabiliza. Quedará todo con un asterisco hasta que alguien se ocupe.
Oscar Antón Antón @Acidarro15
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