Cuarta Copa consecutiva para el Real Madrid con Llull, Randolph y Doncic como estandartes.
Puede que en los anales de la historia la Copa de Vitoria 2017 pase como la de la consolidación de un genio de Ljubiana de tan solo 17 años, o como la de un Sergio Llull que rechazó los cantos de sirena de la NBA para prolongar el idilio del club de sus amores con los títulos; o incluso como la de un jugador total, de otro planeta, capaz de anotar, rebotear, taponar y dominar como Anthony Randoph. O puede que, siendo justa, la historia recuerde esta Copa del Rey como la del triunfo del colectivo, de la mentalidad ganadora, capacidad de sufrimiento y superación. La Copa del Rey en la que el Real Madrid cayó una y mil veces para levantarse de nuevo con la pura bandera de su raza (que diría el gran poeta Manolillo Chinato).
Como si de un campeón de los pesos pesados de boxeo se tratarse, el equipo de Laso sumó su cuarto título copero de manera consecutiva, la quinta en la era del técnico vitoriano (hasta su llegada acumulaba 19 años sin levantar este trofeo) mostrando una capacidad encajadora brutal, blandiendo mandíbula de acero, conocedor de que siempre llegaría su oportunidad, el momento de enganchar el golpe definitivo y mandar a su rival a la habitación del sueño. Necesitó de una prórroga en cuartos, de otra en semifinales y a punto estuvo de necesitar una más en la final.
A pesar de que los aspirantes a derrocar al campeón lo tuvieron contra las cuerdas, ninguno de ellos supo derribarlo en el momento clave. El Valencia fue un grandísimo finalista, nunca desfalleció, lo intentó hasta el final, a pesar de que el Madrid dominó el marcador desde el 12-9 hasta el final. Se encomendó a la calidad de un descomunal Bojan Dubljevic (28 puntos y 5 rebotes para 31 de valoración), el pundonor de Joan Sastre y la constancia de Fernando San Emeterio. Supo reaccionar al primer directo del campeón (32-24, minuto 14 con la irrupción en el torneo de un errante Jaycee Carroll, hasta ese momento inédito) y a un segundo gancho al mentón (40-30, minuto 17, con Chapu Nocioni en pista y oliendo la sangre del rival) que amenazaba con un KO técnico en el segundo asalto, para devolver los golpes y dejar el marcador en un suspiro al sonar la campana (47-45, al final del segundo cuarto).
Ese arranque de garra valenciano puso la final en un puño, o para ser sincero en varios. En un intercambio maravilloso de golpes con un titán mejicano por un lado (12 puntos para Ayón en el tercer cuarto) y un fino estilista yugoslavo por el otro. Aunque, a decir verdad, en el tercer acto, el Valencia se agarró al clavo ardiendo de los rebotes en ataque (sumó 19 rechaces en canasta rival) que le permitieron segundas y terceras opciones de mantenerse con vida en la final. Dubljevic colocaba el empate con un 2+1 a falta de unos segundos para el final del tercer cuarto. Sí, a falta de unos segundos, el territorio vedado de un colosal jugador venido de Mahón para hacer las delicias del madridismo. Sergio Lllull se inventaba, una vez más, un triple sobre la bocina, para mandar el partido al asalto final con una mínima ventaja para los suyos (74-71).
Y en ese momento, el base menorquín se fue a tomar aire para aparecer con la capa de superhéroe a falta de tres minutos y asestar el golpe definitivo, un izquierda-derecha vertiginoso con un triple sobre la bocina y un robo y contraataque posterior (92-85, a falta de dos minutos y veinte segundos) para dar al Real Madrid el aire suficiente para aguantar el último deje de carácter naranja, que incluso tuvo la bola para poder empatar (a falta de nueve décimas), tras una recuperación de Sastre en una acción señalada inicialmente como campo atrás (ironías del destino).
Pero el Madrid de Laso ya tenía la Copa en la mano. El dominador de los pesos pesados venció, como dijo el propio Llull -MVP del Torneo con 22,3 puntos y 6,3 asistencias de media- al finalizar el encuentro, “contra viento y marea” (no haremos mención al trío arbitral en una crónica de campeón), sin alardes, pero con una increíble competitividad.
Es el camino para ser el campeón, para ser recordado como el mejor, mostrando una mandíbula de acero y una mentalidad que se resume con una frase del gran Muhammad Ali: “Si lo puedo pensar y mi corazón lo puede sentir, lo puedo conseguir”.
Ficha técnica
REAL MADRID 97 (22+25+27+23): Llull (22), Rudy (2), Taylor (5), Randolph (20) y Reyes (1) -cinco inicial- Draper (0), Nocioni (0), Doncic (9), Maciulis (3), Ayón (18), Carroll (14) y Hunter (3).
VALENCIA BASKET 95 (16+29+26+24): Van Rossom (6), R. Martínez (7), San Emeterio (17), Sikma (6) y Dubljevic (28) – cinco inicial- Diot (2), Sato (5), Vives (2), Oriola (6), Sastre (12), Kravtsov (0) y Thomas (4).
Jorge Gomez Bravo @Jorgegomezbravo
Deja un comentario