“Si vas a preguntarme únicamente por el asunto de los tiros libres, mejor lo dejamos”. Claro y directo, sin medias tintas. Así se expresó el ex-jugador madridista cuando nos pusimos en contacto y le pedimos que nos concediera unos minutos de su tiempo. Salvado éste escollo inicial (y esperado, todo hay que decirlo), la amabilidad y predisposición a hablar de todo lo que le planteamos surgió de una manera que no puedo más que calificar como natural, sin dejar de transmitir un toque de seriedad en todo momento. Y no, querido lector, no vamos a hablar de los famosos tiros libres. Un tipo como Luis María Prada tiene mucho que decir y contar. Mucho más que hablar de unos tiros libres, por muy importantes que fuesen (y fueron), y por mucha leyenda que lleven consigo. Eso es otra historia de otro lugar.
Lo primero que queremos es averiguar como llegó al club blanco. “Yo entré siendo juvenil, un entrenador llamado Carlos Villafranca, que estaba con Lolo Sainz fue a San Sebastián. La historia es que jugamos el campeonato juvenil aquí en Madrid, y jugamos la final contra el Real Madrid. El caso es que les dimos un repaso curioso. Fuimos campeones con el Loyola San Sebastián. Imagino que me vieron y se presentaron en Euskadi a ver si me interesaba venirme al equipo junior del Real Madrid. La respuesta, creo que la sabéis”. Lógicamente, ante la escasez de documentos de imágenes en movimiento de aquella época, le pedimos que se defina como jugador. “Yo era un jugador de equipo, sacrificado. No me importaba que tuviera que meter 20 puntos si consideraba que la labor para el equipo en ese partido era buena. Yo comprendía que con gente como Brabender o Walter, ellos tenían que tirar más, porque eran grandísimos tiradores, y a mí meter más puntos no me preocupaba”.
De verborrea fácil, y fluida, al inquirirle por los numerosos títulos que atesora en su curriculum deportivo, lejos de mostrar falsa modestia, nos regala una serie de reflexiones. “En el deporte a veces, o generalmente, se disfruta menos con las victorias, en contraposición con los disgustos que te acarrean o nos acarreaban las derrotas. Ahora hay más partidos, y una derrota tiene menos importancia, pero en mi época existía mucho más mal rollo que si perdías comparado con el disfrute que te daba una victoria”. Y claro, hay que preguntarle por algún punto de disfrute, alguno que recuerde bien. No duda. “La copa de Europa de 1978, la final de Munich. Salí a jugar con el partido empezado, en el minuto 8. Me emparejé con Bob Morse, el mejor jugador de nuestro rival, Varese. No sé si fue casualidad, pero no volvió a anotar ningún punto más. Es un recuerdo muy bueno, porque ganar la copa de Europa y que el americano del otro equipo no meta ningún punto, creo yo que está bien”. Desde luego que sí, pero llama la atención la naturalidad con la que cuenta esos sucesos. Ni rastro de falsa modestia. También le recordamos la final de la Intercontinental, un torneo que en los años 70 tenía gran prestigio. “Fue en Buenos Aires. Íbamos empatados o perdíamos de uno y quedaban cinco o seis segundos. Brabender falló el tiro y yo palmeé el balón y ganamos el partido y el torneo. Era un torneo de prestigio, lo jugaban el campeón de Brasil, el de Argentina, alguna universidad americana… era un torneo que estaba muy bien, muy competitivo”.
Y de esta reflexión lógicamente termina en la “obsesión” del club por el máximo torneo continental, antes copa de Europa, hoy Euroliga. “En el Madrid el objetivo es siempre, ganar. Siempre. Es la mentalidad del club, en todos los torneos. Pero hay y ha existido siempre una prioridad. La copa de Europa, todo gira en torno al objetivo de ganar ese título. Y después, volverlo a ganar.”
Y claro, pese a hablar del pasado, hay que tener muy en cuenta el presente, y ese no es otro que el Real Madrid de Laso. Al preguntarle si lo sigue, no deja de afirmar con la cabeza, e incluso se aprecia un cierto tono de orgullo cuando habla sobre el Real Madrid actual. “Yo creo que la llegada de Pablo Laso hace ya unos años significó una especie de revolución. Ha vuelto la filosofía de entrenador con perfil similar a la época “antigua” y más gloriosa del Real Madrid. Sabe como funciona el club, fue jugador, conoce la institución por dentro, y como hay que trabajar. Ahora mismo podemos decir que el Real Madrid baloncesto lleva unos años muy buenos, independientemente de que se ganen más o menos títulos, o que se pueda ganar la copa de Europa que viene en unos días”. Curioso, no cita la Euroliga, prefiere seguir llamándola por lo que muchos todavía la recuerdan, copa de Europa. Y no queda más remedio que preguntarle como ve la próxima Final Four, si piensa que es tan difícil como pinta, ganarles a los turcos en su propia casa. “Es difícil, porque jugar en campo del equipo contrario es lógicamente más complicado que si fuese en campo neutral. Pero el Madrid en la fase regular ya pudo ganar allí, perdió de un punto solamente. Por tanto, el partido puede ser un cara o cruz, y aunque no veo diferencias grandes de puntos, yo creo que se puede ganar. Y luego, ya veremos la final, que todo el mundo da como favorito al CSKA, pero tienen que jugar con Olympiacos, que es un equipazo. Yo creo que este año está el título muy abierto”. Ante esa afirmación, tanto Macarena como yo no podemos más que sonreír, y aprovecho para pedirle que se reafirme, ¿de verdad podemos confiar?: “Podemos confiar”, no hay nada en su expresión que me permita dudarlo, y además acompaña una media sonrisa que delata que no es algo nuevo, es otro desafío más en la historia de los blancos.
Y la conversación sigue fluyendo. Ahora pasamos a jugadores, sus favoritos, y en cual se ve identificado. Las crónicas nos hablan de un jugador de equipo, sacrificado y de corte defensivo. Mucho más apreciado por entrenador y compañeros que por aficionados y prensa. “Me gusta muchísimo Sergio Llull. Y me gusta Felipe Reyes. Esa energía que le dan al equipo… es oro. De hecho yo me identifico, salvando las distancias, con Felipe Reyes, me pegaba con quien fuese, y luego tenía el tirito a tres o cuatro metros. Luego se da la circunstancia que hay jugadores que no son titulares, como Carroll, que levanta partidos con mucha frecuencia… Lo que ha conseguido Laso es admirable, porque logra combinar a los jugadores para que entre todos compensen cuando alguien tiene un día malo”.
Llega el momento de ponerle en un aprieto, decidimos que se estruje un poco en sus recuerdos actuales y pasados y le pedimos un quinteto histórico del Real Madrid. Pregunta que tiene difícil contestación. Pero aún así, se moja. “En un quinteto histórico tiene que estar Delibasic y Brabender. Esos dos fijos. Elegir un base es muy complicado, porque no podría decidir entre Cabrera, Corbalán y Vicente Ramos, porque pese a ser muy diferentes entre sí, te podían cambiar el partido en un momento dado. Para completar el quinteto, añadiría a Felipe Reyes y a Rudy Fernández, que también han dado muchos años buenos al equipo. Y lo que les queda.” La conversación va llegando a su fin, pero hay que sacarle lo último, a un jugador que llegó de juvenil desde San Sebastián y fue jugador del equipo blanco durante nueve temporadas, ganando 6 ligas y 3 copas de Europa, ¿qué ha significado para Prada el Real Madrid baloncesto? “Está muy claro que el Real Madrid ha influido en mi vida de manera enorme. Incluso ahora que llevamos muchos años retirados, nos juntamos a veces a jugar algún partido, con la asociación de veteranos. Los valores en los que se incide en el club, se te van quedando, y le dan valor a tu vida incluso cuando ya no estás en el club, con trabajos y proyectos posteriores. El Real Madrid te da unos valores que te ayudan toda la vida”.
Y así acaba la charla, tras despedirnos con la cordialidad que ha imperado durante todo el rato, te queda la sensación que los años 70 nos dejaron grandísimos partidos y jugadores. Merece la pena recordar de vez en cuando. Y de paso a las personas. Enfilamos andando Madrid y estamos, de acuerdo. Merece la pena.
Desde 24segundosenblanco queremos agradecer públicamente la predisposición y ayuda de Luis María Prada a la hora de realizar esta entrevista.
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