Muchas son las cosas que hemos escrito, hablado e imaginado desde que Fabien Causeur fue anunciado como nueva incorporación del Real Madrid Baloncesto. Sus rasgos como escolta, como jugador dentro de un equipo coral como Baskonia o en un proyecto tan definido como el de Brose Bamberg. Pero entonces llegó la lesión de Llull y los planes de Laso parecieron cambiar, al menos, de horizonte. Que si hay que fichar a este o al otro, que si Campazzo merece la oportunidad, que si es el momento de Luka Doncic… Pero dentro de ese ir y venir de opiniones (y gritos y depresiones, no olvidemos que hablamos del Real Madrid de Baloncesto y hay que formalizar la crisis) nos surge una pregunta: ¿Qué podrá aportar el escolta francés en este panorama?, ¿puede pasar de ser un jugador de rol a algo más?.
En primer lugar tenemos que tirar de pasado reciente para comprender quién es realmente Fabien Causeur. Se puede decir que la sensación generalizada es la de un jugador que completa un equipo. No una estrella, sino la cohesión del conjunto. No un anotador, sino un complemento ofensivo. No la primera referencia, pero ese jugador que sirve para afianzar la segunda unidad.
Su llegada al baloncesto español de la mano de Baskonia fue más que complicado. Al difícil primer año de adaptación -que pocos, muy pocos, suelen pasar por él sin ni siquiera enterarse- se le sumó un segundo año entre lesiones. Una enfermedad renal le impedía participar de forma asidua y como él mismo llegó a admitir, le sacó mentalmente de las pistas. Querer llegar a la pista antes que el cuerpo le convirtió en alguien inconstante y no en ese jugador del que se esperaba, quizá, ser una referencia a nivel continental. Difícil situación, llegó la irregularidad: del jugador que puede llegar a mucho a aquél que cumplía bien pero sin presumir. ¿Cambió? Sí. ¿Cómo? Veamos.
Baskonia iniciaba la temporada 2014/2015 y Fabien tenía que afrontar su irregularidad con un equipo que tenía de todo menos orden: resultados malos, juego intermitente. Heurtel, hoy en Barcelona, más que jugar estaba flirteando con Estambúl. El juego interior no terminaba de funcionar. A mitad de año llegaban al juego exterior tanto Mike James como Darius Adams. Y Causeur era aquél que ayudaba a dar descanso a Fernando San Emeterio, el líder del equipo. Su comienzo de año resultaba bastante flojo respecto al Causeur que pretendieron con su fichaje en Vitoria. Irregular en ataque y con malos porcentajes. Marco Crespi, entrenador, sería cesado y llegaría el interino Ibón Navarro. Éste «empequeñeció» al equipo metiendo a Shengeila en la pintura y el bueno de Causeur empezó a compartir minutos y parqué con San Emeterio. En ese juego más moderno, con el francés alternando la ayuda fuera y la carga del rebote hacia dentro, despertó.
De repente todo ese tiempo de incertidumbre canalizó en un jugador más que útil. Alguien que podía sumar rebotes con cierta facilidad como apurar su defensa exterior y sumar robos, convirtiéndose en uno de los mejores defensores de todo un TOP16 de la Euroleague. Y con esos minutos y esa confianza, ser más seguro en ataque. Consiguió adaptar su juego y sin forzar el tiro, ser más útil. Y anotar. Parecía que el Causeur pretendido por fin había llegado.
El año siguiente, ya sin San Emeterio, el tiempo le había convertido en todo un capitán. Con la adquisición de Bourousis dentro de la zona y apoyado por James y Adams el conjunto vitoriano zanjó un gran año que él no podría disfrutar de su final (entre ellas la Final Four en la que apenas disputó tres minutos) por una lesión en la espalda.
Años difíciles que le llevarían a formar el jugador que es hoy, dispuesto a formar un equipo, a ser importante en primera, segunda y tercera unidad. Ser Batman o Robin. Ser Jesse Custer o Tulip O’Hare.
Ese jugador (y entiéndase la palabra <<jugador>> como aquel jersey negro que todos necesitamos en el fondo de armario para cualquier situación) se convirtió en alguien cotizado con la llegada del nuevo formato de Euroleague. Brose Bamberg tenía un proyecto bonito con Trinchieri en el banquillo y gente que dirigía bien como Zisis o Strelnieks, anotadores como Darius Miller o Daniel Theis, todoterrenos como Melli. Necesitaban al guardaespaldas, a aquél que aparezca en todo a la vez sin ser el mejor en nada. Fabien Causeur se había convertido ya en ese jugador para la Euroleague y el Real Madrid ya le tenía en la agenda. Hace de todo.
Y en esas estamos. Sin Llull, el equipo parece corto. Muchas voces dudan de un Luka Doncic director (dicen que debería ser alero, aunque las adquisiciones del Real Madrid y de Pablo Laso canten todo lo contrario), de un Facundo Campazzo acorde al nivel de todo un titular del Real Madrid. Se espera a Rudy, si no aquél Rudy otro que resulte de vital importancia, otra vez. Se espera un Ayón que ha vigilado su Verano. Se espera un envejecimiento de una parte importante (muy importante) de la plantilla. Se espera el amor, cómo no, nunca se deja de esperar el amor de un Real Madrid correspondido.
Y en esa situación llega Fabien Causeur, enamorado de una madrileña que le habló de los atardeceres de la ciudad en Otoño o Primavera, cuando sube la tensión y se… juegan finales. Quizá el Real Madrid sepa que no pueda llegar a ser ese anotador compulsivo que es Jaycee Carroll, aquél genio defensivo que era Rudy Fernández, leyendo líneas de pase enemigas mejor que las propias e interceptando pases que terminaban en contraataques de magia tanto de Sergio Rodrig… de Sergio Llull. Quizá no lo sea. Quizá no pueda aportar el carácter de Nocioni gritando y mordiéndose las uñas para salir y saltar al rebote más alto que Ekpe Udoh. Quizá no sea el pegamento que supuso Maciulis. Quizá.
A Fabien Causeur le ha formado su carrera. La del prometedor escolta francés que puede anotar en el día importante como dejar de hacerlo para pegarse con el alero rival. Robar balones o rebotear.
Hacer de todo.
Fabien Causeur es la herramienta que debía servir para tapar las deficiencias que tiene la plantilla con Llull. La edad, el cansancio, los minutos. Con dígitos. Pero quizá es el momento para que, sin Llull, veamos un paso más en su carrera. Más mayor, más maduro. Más MVP del mejor equipo alemán tanto en Copa como en Liga. Aquél que ayudó a madurar a un Baskonia que del caos llegó a la Final Four. Más líder. Y quién sabe si el cambio de entidad le ayude a dar un nuevo cambio. La del jugador de plantilla que se convierta en el líder que requiere la situación. Algo totalmente diferente a la que se quiso en Julio, la que más a mano tendrá.
Porque está acostumbrado a ser un jugador en constante evolución por las circunstancias. Los éxitos que escribamos puede que terminen dependiendo de ello.
Aitor Cano @zeit85
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