Nunca gusta. Es así. Desde que éste base de Cleveland State recalara en los Miami Heat ya se podían leer dudas y escuchar críticas respecto a su posición en un equipo que aspiraba al gran anillo. Que si no es un director al uso como necesitaban James y compañía. Que si no era un tirador fiable para aprovechar aquellos tiros que iba a tener abiertos por defensas que preferían acumular hombres en los grandes leones. Que si su cabeza quizá no era la de un competidor nato… Que si.
Quizá la presión que sintió Norris Cole cuando todavía era un rookie ha sido mayor que la que sentirá la gran mayoría de jugadores de la competición. Incluso en años. Bueno, a decir verdad existía una vía de escape: Mario Chalmers, el titular. Pero esto es otra historia y ahora queremos sólo mirar al Norris Cole que ha recalado en Maccabi Tel Aviv.
Cierto es que el bueno de Ohio tiene una carrera ya palpable, demostrable. La historia nos señala un jugador a la sombra de proyectos muy grandes, jugador con campeonatos y gloria. Adaptado en un rol tan libre como el que comentamos ha llegado, por qué no decirlo, a brillar. Puntos de lucidez que convirtieron a la mínima segunda unidad del calor en algo a tener en cuenta. Y en ese terreno supo desenvolver su carrera hasta tal punto que una vez fuera de ese micro-clima (quizá el más estable y cómodo del mundo con semejantes bichos viviendo en el parqué) no encontró en ningún momento su sitio.
Ya sin LeBron, ya sin Wade. Ya sin el glamour del equipo del mundo, sin la presión, sin los ojos puestos a ese tiro liberado y completamente sólo, Norris Gene Cole perdió las ganas. Quién sabe en realidad si las ganas, la ilusión o la necesidad. Quizá aquella NBA no era la misma y alguien tan preparado a jugar un rol tan concreto necesitaba de una oferta tan determinada que redujo su espacio a la nada.
¿Rol concreto y oferta determinada? Sí. Spoelstra desde el banquillo de Miami le convirtió en la medida que necesitaba la segunda unidad del Team LeBron. Jugador que podría resolver desde el exterior sin ser un gran especialista en el tiro (apenas llegaba a tirar más de tres veces por partido y superar el 40% de acierto) pero al cual le hemos visto resolver partidos desde la línea. Jugador que por su gran manejo y velocidad podría encarar con agresividad carrera hacia el aro contrario pero sin ser el mejor definiendo la jugada. Ser alguien tan bueno pasando como teniendo una gran falta de visión de espacio para encontrar la mejor opción de pase.
Sí, en definitiva Cole resultó de la necesidad. Y desde la necesidad apenas encontró requerimiento. Sin Miami Heat la oportunidad se llamó New Orleans Pelicans, el equipo sin estabilidad en su juego exterior. Quizá una anarquía que representa tan bien Norris como persona pero tan poco como jugador. Aquí tenía que crear desde cero y hacerlo constante. El jugador de la puntualidad, el caballo del mejor caballero. Y el mundo dejó de tener sentido. Quizá no era un jugador por sí mismo, sino algo creado para un fin mayor. Y sin fin, apenas existía Cole.
Sin hueco en Pelicans ni en Estados Unidos, la vida, el dinero, la aventura o como se quiera llamar le llevaron al baloncesto chino. Y del baloncesto chino volvió para ser sustituto de Russell Westbrook en Oklahoma City Thunder. La OKC pos-Durant. La de un nuevo orden que venía desde su misma posición.
“Aquí es donde pertenezco, no sólo vuelvo a nivel físico sino mental”, decía en Oklahoma. Pero meses después tenía que volver a hacer las maletas para encarar otro salto a otro orden diferente. El de Maccabi de Tel Aviv. El equipo hebreo que viene de la anarquía Goudelock, de transitar por la oscura nada y la escasez de proyectos serios considera que este jugón reconvertido en pieza vital de un engranaje perfecto puede liderar un equipo que suspira por la Final Four.
De momento sus participación está siendo francamente sorprendente, no nos vamos a engañar. Como bien hemos dicho siempre hemos sabido de la alegría de su juego, quizá más influenciada por las formas y la cabeza que por el hecho en sí de ser un jugador que creció en la rigidez de un equipo campeón.
https://youtu.be/QDocsI94j7k
Sus mejores partidos han sido en el calor de Tel Aviv, su afición. Ha promediado 19 puntos en los partidos que han disputado ante Baskonia, Olympiacos y Milan. Pero también 4’3 rebotes, 5 asistencias y 1’4 robos. Lo que se llama un jugador todoterreno que lidere un equipo en ambos lados de la pista. Algo que falló el año pasado con Goudelock y a la par algo que conjunte con un anotador como Pierre Jackson, alguien más fiable como Thomas o un reboteador y taponador tan trabajador como Alex Tyus.
Algo nuevo, algo que quizá le lleve a aquél lider de Cleveland State y le aleje de la utilidad milimétrica de aquél jugador NBA. Alguien que puso el talento a disposición de la victoria y que fuera de ahí pareció perderse. Como su carácter. Perdido. Pero quizá encontrando el rumbo en Maccabi. Dos perdidos que quieren encontrarse.
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