No por llevarle viendo seis años por las canchas de la Euroleague me da menos la sensación de que sigue siendo un completo desconocido. Se podría decir que todos creemos que Deshaun Thomas (Fort Wayne, 1991) hace diez años ya estaba en una pista donde estaba en juego ser el mejor equipo de Europa.
Nanterre, FC Barcelona, Anadolu Efes, Maccabi Tel Aviv y ahora Panathinaikos son nada más y nada menos los equipos para los que este alero robusto de equipo, de plantilla larga, ha prestado sus servicios.
Y lo voy a narrar algo parecido a como nos hemos referido a él durante años: Doellman y Navarro, Heurtel y Derrick Brown, Norris Cole y Pierre Jackson. En el fondo, siempre detrás de los titulares, interpretándole como ese alero robusto con músculo, capaz de rebotear y tener eso que les encanta a los entrenadores, versatilidad.
Fue en Barcelona, precisamente, donde enamoró a Xavi Pascual. Y no de azulgrana. Vistiendo los colores de Nanterre se erigió como un pilar fundamental para ganar el partido desesperando a un Papanikolaou que no fue capaz de pararle por fuera porque le temía por dentro.
Claro, ya conocemos a Pascual. Alguien que funcionara con Pete Mickeal no dejará jamás de estar enamorado de esa posición. Y olvidando el nombre, intenta una y otra vez clonar el carácter cuando sólo tenía la forma. Deshasun Thomas fue víctima entonces de ésa posición, pero también de otra clara: la que provoca premura por un máximo rival que va de blanco y apretando muy fuerte -y siendo campeón de Europa, detalles-.
Aquél Thomas, recordamos todos, quizá resultó algo apático. Hay que reconocer que no hacía tantos gestos como Papanikolaou, que no tenía la clase de Doellman, que no era Slaughter defendiendo, ni explosivo como Rudy… Sea como fuere se prescindió de él buscando mayor experiencia en la competición –Perperoglou– o más físico en la pintura -Samuels, Dorsey, Lawal- o incluso mayor recorrido por aquél entonces -Vezenkov- porque Deshaun Thomas parecía frío. Distante, cohibido, bueno en muchas cosas pero sin ser especialista en ninguna.
Vale, seamos honestos. Quien esto escribe también lo pensaba. Y más si le sumamos su paso por Estambul o Tel Aviv. Una plaza de americano que quizá se nos quedaba corta.
Pero algo siempre parecía interponerse entre Deshaun Thomas y ser importante en una plantilla de Euroleague. Encasillado en ese terreno denominado “jugador de equipo” terminó por detrás de compañeros que anotaban más que él, reboteaban mejor, eran más rápidos para el puesto de tres y más altos para el puesto de cuatro. En definitiva, se disipaba aquél jugador de la Universidad de Ohio State que resaltaba en un equipo que compartía con Jared Sullinger, Aaron Craft o Jon Diebler.
Todo esto parecía ya un hábito, un Thomas al que no hacía falta ver partidos para saber su aportación… hasta la llegada de Rick Pitino. Fichado para Panathinaikos otra vez por el mismo Xavi Pascual que ya se lo llevó a Barcelona, intentando suplir todo el músculo que tenía el año pasado.
Así llegamos a un inicio de temporada desastroso que de tan reciente podemos incluso obviar todo menos una parte: Thomas no encontraba regularidad en un equipo que no tenía claro ni su cinco inicial.
Pero con el entrenador americano todo ha cambiado, sí. Con él en Atenas y con público y prensa babeando por Nick Calathes, se nos ha abierto paso el mejor Deshaun Thomas de nunca en Europa. Y casi ni nos hemos enterado.
Porque la red de seguridad que ha tejido el entrenador americano en torno a su figura ha resultado ser el mejor sistema posible para sobrevivir en Europa. Un Panathinaikos que puede haberse convertido en la mejor defensa durante las primeras partes en Europa, un equipo físicamente muy fuerte, pesado y alto: capaz de tener intensidad, bloquear y hacer encontrar espacios. En ese equipo de bloqueos incesantes, contacto y correteo de aleros buscando huecos que sólo encontrará Calathes, Thomas se ha reencontrado con aquél chico de Ohio State.
Thomas ha pasado a tener regularidad tanto en ataque como en defensa y convertirse en ese jugador que permite lucir aquella versatilidad de la que hablábamos. Si con Pascual anotaba 7.7 puntos por partido, la cifra con Pitino en el banquillo ha subido a 12.5 puntos por partido. Y es más, en los últimos diez partidos de la fase regular con el Panathinaikos asentándose entre los ocho primeros gracias a 8 victorias logradas, ha promediado 14.4 puntos por partido.
No podemos dejar de mirar a Calathes, a fin de cuentas tiene el balón. E incluso alguno dirá que cierto brillo craneal no le permite mirar para otra parte. Pero el silencio impuesto en Thomas no deja de ser curioso cuando, por primera vez en toda su carrera profesional, ha encontrado su sitio como titular y se ha convertido en una de las claves fundamentales de este Panathinaikos de Rick Pitino.
https://www.youtube.com/watch?v=StLG_7uhYe4
(foto de portada, Thomas en su mejor partido este año ante Khimki vía Euroleague)
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