Escribo esto con el corazón encogido, con el corazón de un niño que empezó a seguir este deporte espoleado por ese número ocho, por ese chico de Philadelphia , ese chico larguirucho ,ese chico con el pelo afro que se paseaba por las canchas manejando los ritmos del partido acompañado por ese número 34. Era muy joven, demasiado se podría decir , pero ese número 8 sirvió de impulso para un joven apasionado del baloncesto.
Ese número 8 y ese número 34, tantas veces visto en el inicio del S. XXI, esa pareja, tan cercana como distante, la potencia y la elegancia, el tamaño y el carácter. Esos tres anillos consecutivos, esa manera de dominar la mejor liga del mundo como si los rivales fueran meras comparsas en un juego para niños grandes.
Para hablar de ese número 8 , hay que echar mucho la vista atrás , tanto que muchos no verían en esa figura un reconocible Kobe Bryant . Pero ese Kobe también fue espectacular, mucho más atlético que su sucesor el 24. Mucho más inmaduro, pero con la misma clase, la misma pasión por ganar , algo que lo acompañará siempre, ahora en un sitio mejor o eso esperamos.
La pareja se acabó y que lástima aquella final contra Detroit Pistons, lo que era magia y éxitos, torno en una explosión de un vestuario incontrolable. Shaquille O´neal, aquel número 34 acabaría en Miami, poniendo punto y final a una de las mejores parejas de baloncesto que han visto estos ojos.
Tras esto, llegó el Kobe más espectacular, el de los ojos en llamas , el de buscar la victoria de cualquier manera, el Kobe de los récords, el de los 81 puntos, el de los 61 en tres cuartos , pero como toda historia ,también tuvo sus malos momentos, sin Shaq ese equipo se paseaba por las profundidades de la Conferencia Oeste, esperando un segundo espada que acompañará al número 8 al sitio donde merecía , los éxitos.
Entonces se cruza en su camino el número 24, el número de la madurez total de un Kobe, que cambia, un Kobe que no volverá a ser ese chico egoísta de los primeros años del S. XXI. Un Kobe que será la mayor bestia competitiva que han visto estos ojos. Con Pau Gasol forma otra pareja de leyenda y volvió a adornar las vitrinas y el techo del Staples Center con otros dos anillos de campeón.
Pero como en las mejores historias, lo bonito queda para el final, el 13 de abril de 2016, deja otra cita para la historia, su último baile y vaya último baile. En el Staples Center, en su Staples Center anotó 60 puntos para poner fin a su carrera, no solo a su carrera,sino la de toda esa generación que le acompañamos noche tras noche, buscando ver otra exhibición de aquel chico de Philadelphia.
Pero ayer, ese chico de Philadelphia nos abandonó y nos abandonó para siempre, ya no le veremos mas en la banda de su Staples Center, animando a los de púrpura y oro, su púrpura y oro, esa camiseta que se hizo más grande por la voracidad de un animal que siempre quiso el éxito y cuando no lo alcanzó peleo, trabajo e intento poner a los Lakers, sus Lakers en lo más alto, el sitio que siempre estuvo reservado para él.
Nos abandona su cuerpo, pero su legado va más allá del baloncesto, mucho más allá. Su legado es una enseñanza, para todos aquellos jóvenes que cada fin de semana salen a jugar al baloncesto, su baloncesto, persiguiendo esa maldita pelota naranja que tantas horas nos ha robado a todos. Su legado es el trabajo, la pasión por lo que uno hace, el caerse y levantarse las veces que haga falta, porque así era él y así debe ser recordado Kobe Bryant, como el mayor competidor que se ha visto en el deporte.
https://twitter.com/Coach_Chris1/status/1221534691645247488?s=20
“Heroes come and go, but legends are forever”
Porque eso es lo que eras tu y seras siempre, una leyenda, nuestra leyenda.
Para acabar, os dejo el poema que Kobe dedicó al baloncesto, su baloncesto, cuando anunció su retirada
«Querido Baloncesto»
Desde el momento
Que empecé formar balones con las medias de mi padre
Y a disparar imaginarias Canastas ganadoras
En el Great Western Forum
Supe que una cosa era real:
Me enamoré de ti.
Un amor tan profundo que te di todo
Desde mi cuerpo y mente
Hasta mi espíritu y alma.
Como un niño de seis años
Profundamente enamorado de ti
Nunca vi el final del túnel.
Solo me vi a mí mismo
Salir corriendo desde uno.
Y entonces corrí.
Subí y bajé en la cancha
Persiguiendo cada balón suelto por ti.
Me pediste mi esfuerzo
Te di mi corazón
Porque vino con muchísimo más.
Jugué a pesar del sudor y el dolor
No porque el reto me llamó Sino porque TÚ me llamaste.
Porque eso es lo que uno hace
Cuando alguien te hace sentir
Tan vivo como tú me hiciste sentir.
Le diste a un niño de seis años su sueño de ser Laker
Y siempre te amaré por eso.
Pero no puedo amarte obsesivamente durante mucho más.
Esta temporada es todo lo que me queda para dar
Mi corazón puede resistir los golpes
Mi mente puede soportar el esfuerzo
Pero mi cuerpo sabe que es momento de decir adiós.
Y eso está bien.
Estoy listo para dejarte ir.
Quiero que lo sepas ahora
Así ambos podemos saborear cada momento que nos queda juntos.
Lo bueno y lo malo.
Nos hemos dado el uno al otro
Todo lo que tenemos.
Y ambos sabemos, sin importar lo que haga después
Que siempre seré ese niño
Con las medias hecha un bollo
Y el tacho de basura en la esquina
:05 segundos en el reloj
Balón en mis manos. 5 … 4 … 3… 2… 1
Te amaré por siempre,
Kobe.
Tú amarás por siempre el baloncesto, de eso no nos cabe duda, nosotros continuaremos tu legado allá donde vayamos.
Gracias Kobe
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