“La victoria es efímera, lo normal en deporte profesional es el fracaso o no cumplir los objetivos, solo uno queda campeón”, Marc Gasol.
Tiene mucha razón el fantástico pívot de los Raptors. Ganar, ser campeón no es lo normal. Pero alguna excepción hay. El Real Madrid baloncesto de la última década es un buen ejemplo de la excepción que confirma la regla. Lo normal es que juegue la final. Y también que quede campeón. Este fin de semana han sumado el campeonato de copa del rey número 28 para las vitrinas del club blanco. Y probablemente ha sido el torneo de copa que más autoridad ha demostrado. Solo el Bilbao Basket fue capaz en primera ronda de poner en apuros a los madridistas. A partir de ahí, un rodillo. Ni Valencia Basket ni Unicaja Málaga fueron rivales para los de Laso. Un rodillo de hacer baloncesto, de defender y de hacer valer sus virtudes, con varios jugadores capaces de marcar diferencias en ataque y defensa y en varios momentos del partido. Pero todo lo mencionado ha sido destacado y analizado por varios medios, es la parte más accesible de lo que ha sido el torneo de copa. Pero a veces, como creo que es el momento ahora, hay que ir un poco más allá e intentar ir a los recovecos no meramente deportivos de un torneo como la copa del rey.
Es curioso, como buen morboso que soy, me gusta enterarme y analizar lo que significa cualquier triunfo blanco. Y es aún más sintomático como los mismos “argumentos” tratando de justificar o más bien minimizar los triunfos de los de Laso. Me refiero al manido, sobado y sobre utilizado argumento del presupuesto: que con 40 millones bien se puede, que claro, con el agujero negro pagado por el fútbol, gana títulos cualquiera, que con esa plantilla hay que ganar siempre… mi asombro no crece cuando reviso las reacciones de este verano, cuando Nikola Mirotic es fichado por el Barcelona. Ahí la alegría es más notoria. Se señala que es bueno para la ACB, que el baloncesto europeo es capaz de birlar un jugador a la todopoderosa NBA; ahí la brutal inversión culé en fichajes es señalada de una manera mucho más modesta. Al igual que cuando todo un señor equipo como el Valencia Basket se enfrenta a otra gran escuadra como es el Zaragoza, nadie señala que los levantinos triplican en presupuesto a los aragoneses. Parece que esa reacción solo tiene un objetivo, y son las victorias de los que visten de blanco. Todo este argumento va unido a lo que yo llamo gestión deportiva.
En este torneo de copa, como he señalado anteriormente, fue el Bilbao Basket quien puso en más apuros al Real Madrid. Un equipo con un presupuesto modesto, y con un dato de lo más relevante: de su plantilla actual, nueve jugadores estaban la temporada pasada en la liga LEB. Está claro que el rendimiento deportivo no ha ido acorde con el presupuesto, y se puede afirmar que la gestión deportiva de los vascos ha sido excelente. Al igual que la del Madrid durante la última década. La mejor. Porque sí, ha tenido grandes presupuestos, pero no ha sido el único. Y los ha gestionado mejor que nadie.
No solo es tener dinero para fichar, gestionar conlleva fichar al adecuado, planificar y sortear las diversos problemas que pueden acaecer. Y todo ello conlleva a un resultado atípico: la victoria se ha hecho algo cotidiano en el universo del Real Madrid baloncesto.
Y unidas a esas victorias se han hecho cotidianas los deseos e intentos de minimizarlas. Pero ni aún así. Enhorabuena, campeones.
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