Ante determinadas situaciones adversas a veces, lo que más deseamos, es encontrar un punto, por minúsculo que sea, en el que poder canalizar nuestra ira y nuestro rencor. Un hueco dentro de todo lo que acumulamos hacia algo o alguien que apreciamos en el que poder soltar toda nuestra rabia.
Pero hay veces que, simplemente, no sale. Por más que nos hayan dado tiempo para asumirlo, no somos capaces de soltar una mala palabra ante el hecho que nos provoca dicho pesar. Por los buenos momentos juntos, por las alegrías cosechadas, por las derrotas de las que nos levantamos.
Facundo Campazzo abandona el Real Madrid y, al menos el que escribe, se muestra incapaz de mostrar un atisbo de crítica a la decisión del argentino. Nos abandona con la temporada a medias, con un margen de maniobra ridículamente pequeño para subsanar su ausencia, seguramente dilapidando gran parte de las opciones del conjunto blanco de hacer algo grande en esta atípica temporada.
Y, pese a todo esto, lo único que puede salir de mí en estos momentos son palabras de agradecimiento al argentino. Porque nada de lo que vaya a pasar esta temporada va a ser su culpa, él dio margen a la reacción de su decisión al club, que quizá pecó de confiado. Pero eso es lo de menos.
Lo fácil estos meses para Campazzo hubiera sido dejarse llevar. Que sí, que no hacía más que cumplir con su obligación, que para algo se le paga al fin y al cabo. Pero tan cierto como esto es que otros siguen cobrando con la milésima parte del compromiso del base de Córdoba. Y es que se va a ir a la NBA siendo el mejor jugador del equipo esta temporada, con amplio margen sobre el segundo. Lo mismo que ha sido las últimas dos temporadas tras la marcha de Doncic. El equipo, después de que el esloveno dejara la entidad, estaba huérfano de un líder en la pista. Porque sí, Llull y Rudy seguramente sean los timones del vestuario, pero Facundo Campazzo no sólo heredó el ‘7’, también asumió los galones que soltó Luka. Ha cargado sobre sus hombros el peso de todo un Real Madrid y el peso se le hizo tan ligero que se marcha como el mejor base puro de la Euroliga. Normal que quiera probar suerte en Estados Unidos.
Y sí, el Real Madrid sigue, por supuesto. Faltaría más. Y vendrá gente, además de los que ya están, que nos levanten del asiento y nos llenen de ilusión. Pero si el escudo de este equipo es tan grande es por aquellos que, además de haber mostrado su talento sobre la pista, lo han dejado todo jugando para este club. Y el Facu, sin esconderse nunca, lo ha hecho. Jugadores como él dignifican el escudo y la camiseta del Real Madrid.
Por todo esto y por mucho más, gracias Facu. Desde aquí te seguiremos animando en la NBA, deseando que todo te vaya bien y que, con suerte, nuestros caminos vuelvan a cruzarse y en el futuro vistas de nuevo de blanco madridista. Te echaremos de menos.
Foto: Gigantes.com
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