Hoy empezamos con lo más negativo de la temporada recién terminada, una 2020-21 que pasará a la Historia por muchas razones… Y que trataremos de olvidar rápidamente por otras. Como estas.
Con la cabeza fría a pesar de la llegada del calor, echamos un vistazo a la temporada 2020-21 y nos permitimos, desde aquí, hacer una valoración de los meses de basket de nuestro equipo. Hoy, ponemos la mirada crítica y nos permitimos criticar con perspectiva.
Ha llovido desde aquel inicio de temporada, desde el lejano septiembre pandémico en el que volvíamos de un verano extraño con la Supercopa disputada en Tenerife. Y en la que un quinteto madridista formado por (sí, aquí toca la cara de sorpresa) Campazzo, Abalde, Deck, Randolph y Tavares se imponía al remozado Barça que comandaba Saras Jasikevicius en el primer torneo de la temporada. Se veían las cosas con otro color, a pesar de las gradas vacías y los indicios…
Lo negativo: qué año, señoras y señores
Vamos con lo negativo. Porque la sabiduría popular dice que «de los errores se aprende».
- Obviamente, los resultados. Una Supercopa es un balance paupérrimo para un Real Madrid obligado a ganar cada competición que disputa. No hay debate: no hubo clasificación para la Final Four, además de que se sufrió muchísimo para lograr la clasificación para los play-offs de la Euroliga. Tras una fabulosa Liga regular, el tropezón en dos partidos de la final deja un mal sabor de boca.
- Las lesiones… El Madrid disputó las semifinales de la Liga Endesa con Carlos Alocén y Juan Núñez como bases. El dato es relevante más allá de la apuesta por el futuro del club: eran los únicos disponibles. Y esto es sólo un ejemplo de una temporada en la que cada día saltaba un nuevo parte médico. Anthony Randolph se despidió de la temporada en diciembre tras sufrir una rotura completa del tendón de Aquiles. Sergi Llull y Trey Thompkins han pasado por el quirófano en diferentes momentos de la temporada para someterse a sendas artroscopias en sus maltrechas rodillas. Más los diversos problemas musculares acumulados en el equipo por un calendario sobrecargado.
- … y la Covid-19. Thompkins tuvo el dudoso honor de haber sido el «paciente 0» en el baloncesto europeo la temporada pasada. En ésta, Laprovittola y Causeur se perdieron varios partidos por culpa del virus que ha cambiado la vida del mundo en este 2020-21. Para los play-offs, a los que les tocó fue a Alberto Abalde y Felipe Reyes. Al gran capitán se le puso imposible la despedida soñada.
- Campazzo, en Denver. Y así nos quedamos, con el cordobés jugando en las Montañas Rocosas y el equipo blanco echando de menos sus manos rápidas, su espectacular conocimiento del juego y su energía. Sabíamos lo que nos esperaba, pero no por ello su marcha fue menos dura. El 22 de noviembre dejó su huella en un partido contra BAXI Manresa (20 puntos, 2 rebotes, 4 asistencias, 5 recuperaciones, 8 faltas recibidas y 28 de valoración) y voló. Si al otro lado del Atlántico se pone complicada la cosa, te esperamos, Facu.
- La marcha de Deck. Las comparaciones son odiosas. A la chita callando (a su estilo), el de Santiago del Estero estaba haciendo una espectacular campaña de blanco. Y un día, la bomba: Oklahoma City Thunder se llevaba a otro de los nuestros. Dejó huella en el partido frente a Fenerbahçe, pero más allá de eso, «Roma no paga traidores». Su marcha dolió, duele, porque no dejó margen de maniobra. Sobreponerse a su falta ha sido uno de los grandes retos de la temporada para Laso y el equipo.
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