En los Madrid-Barça de los últimos años parecía instalada la máxima de que los choques previos a la Copa caen del lado del equipo más necesitado, y tal y como comentábamos en la previa, en términos de necesidad ambos equipos llegaban a este encuentro bastante parejos. Se podría decir que los azulgrana llegaban en una situación algo más límite, por lo que esta vez no se ha cumplido esa norma no escrita. Y es que el partido es una buena muestra de por qué ambos equipos están en una situación que dista mucho de ser la esperada a principio de temporada, ya que ambos conjuntos ofrecieron un espectáculo bastante pobre, atenazados por los nervios y la falta de ideas en ataque, y donde una vez más apareció Campazzo para echarse el equipo a la espalda en el tramo final.
El partido comenzó con Chus Mateo repitiendo la apuesta de la Supercopa, emparejando de salida a Rathan-Mayes con Kevin Punter, buscando anular al principal foco anotador culé. Y el canadiense cumplió con creces en esa tarea, primero impidiendo recepciones cómodas a su marca y, cuando se daban, apretando muy bien en el manejo de balón del 0 blaugrana. Conscientes de los problemas en ataque estático, el Madrid aprovechó el buen trabajo defensivo (5 pérdidas del rival) para anotar canastas fáciles en transición, liderados por un Musa que entró enchufado al partido, lo que permitió a los blancos asestar el primer golpe y ponerse 6 puntos por encima de un Barcelona que sobrevivía en base a su dominio del rebote y a un par de canastas de un Vesely que explotaba la media distancia contra Tavares como es habitual.
Encarando el final del primer cuarto Campazzo cometió la segunda falta personal, lo que le mandó inmediatamente al banquillo, dejando su lugar en la dirección a Andrés Feliz, el dominicano entró bien al partido anotando un triple liberado, pero fue un espejismo. Sin Facu el equipo perdió todo el control del partido, encadenando pérdidas y malas decisiones en el tiro, especialmente representadas por el propio Feliz, que dejó su lugar en la dirección a un Llull que de nuevo tuvo que hacer de bombero en el puesto de base, con poco éxito. Para colmo la salida de Ibaka para dar descanso a Tavares abrió el camino del aro local al Barcelona, que aprovechó otro naufragio de la segunda unidad blanca para endosar un 0-8 de parcial, roto por un triple de Abalde, y ponerse por delante en el marcador con otros cinco puntos consecutivos. En el arreón final antes del descanso un triple de Hezonja, que sostuvo al equipo en este tramo final, y una canasta de Tavares permitieron a los nuestros recuperar el dominio del marcador al descanso, al que ya se llegó con la sensación de que ambos equipos están para pocas alegrías en este momento.
Tras el paso por vestuarios se repitió el guión del inicio de partido, con un Punter cada vez más fuera del partido por culpa de la gran defensa de Xavier Rathan-Mayes, que incluso hizo daño a su par en ataque sacando una falta en un tiro de tres. El cuadro local aprovechaba la intensidad defensiva para poder correr y hacer daño a su rival, como en la jugada desgraciada de la noche, en la que Deck se hizo daño tras caer mal después de culminar una espectacular asistencia de Campazzo al contragolpe. Y es que tras su forzoso descanso en la primera mitad el Facu empezaba a hacerse con el control del partido, manejando la ofensiva madridista a placer. En el Barcelona despertaba Jabari Parker para dar respuesta a la superioridad blanca, bien secundado por un Metu que aprovechaba su ventaja física sobre Hezonja, y un Satoranski que esta vez sí era capaz de explotar las concesiones que le hacía el Madrid pasando los bloqueos por detrás con un triple.
El partido encaraba el cuarto decisivo con una ligera venta madridista (6 puntos), y la sensación de que los dos equipos iban a tener que sufrir para llevarse el encuentro ante la falta de inspiración ofensiva en ambos lados. Metu seguía generando peligro y Willy le ganaba la partida bajo el aro a un Garuba que entró para oxigenar a Tavares de cara al final. Llull contestaba con un triple para mantener la ventaja y, tras una serie de ataques mal ejecutados, Peñarroya sentenciaba a su segunda unidad dando entrada a casi todo su quinteto titular a falta de 6 minutos de partido. Por el contrario Chus tomaba la decisión de sentar a Facu, buscando que el argentino llegase al tramo final de partido más fresco, esta vez el elegido para hacer de base directamente fue Llull. Con el capitán y Musa la defensa blanca se resintió, y el Barcelona empezó a vivir más cómodo en el perímetro, situación que aprovechó Jabari Parker con dos triples consecutivos que ponían la igualada en el marcador. Sin Campazzo en pista el ataque blanco volvía a atascarse, con un Musa demasiado obcecado en hacer la guerra por su cuenta sin éxito. Reaccionaba Mateo dando entrada al argentino de nuevo, lo cual ordenó de nuevo al equipo, aunque el Barcelona aprovechaba la llegada al partido de Punter, al que Abalde no era capaz de sujetar como lo estaba haciendo Rathan-Mayes, cuatro puntos seguidos del escolta americano, con un triple y el tiro libre de una técnica al banquillo madridista, volvían a poner a su equipo por delante a falta de dos minutos y medio.
Probablemente víctima de la situación de nerviosismo de su equipo, Vesely dio alas al Madrid en el peor momento, cometiendo varias faltas absurdas que le costaron la expulsión. Sin el Checo y con Metu ejerciendo de pívot el Madrid pudo encadenar varios rebotes ofensivos, que supo capitalizar con un triple del Facu (quién si no) y con varias acciones de tiro libre que permitieron dar la vuelta al partido. Otro triple de Satoranski ponía el partido en el que a la postre sería el definitivo 73-71 a falta de un minuto de partido. En el tiempo muerto previo a este final de partido Chus dejaba claro que no quería triples liberados, situación que se acabó dando igualmente, y es que tras dos malos ataques madridistas, el Barcelona tuvo el partido en su mano con un triple liberado de Parker primero, y otro de Metu tras coger el rebote después, que por suerte no entraron, dejando el marcador tal y como estaba antes de un último minuto para olvidar por parte de ambos equipos.
Y es que a pesar del mal juego, una victoria es una victoria, y si además ahonda en la crisis del eterno rival a la vez que permite desterrar las preocupaciones de cara a luchar por la clasificación para la Copa mejor que mejor. Ahora toca aprovechar la inercia positiva para encontrar mejores sensaciones tanto individuales como colectivas.
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