Hay jugadores, como Dejan Bodiroga o Luka Doncic, que te matan a cámara lenta; que se detienen en cada detalle, como Coppola preparando el momento en que Michael Corleone se carga a Sollozzo y al comisario McCluskey en el restaurante y hay otros jugadores que necesitan de la velocidad para desarrollar su juego. A esta última categoría pertenece nuestro protagonista, Dźanan Musa.
Bihać es una ciudad de unos 55.000 habitantes situada al noroeste de Bosnia Herzegovina, a orillas del río Una y a poca distancia de la frontera con Croacia. Fundada en la segunda mitad del siglo XIII, sería una de las ciudades más castigadas durante la guerra de Bosnia a finales del siglo pasado. Durante tres largos años, entre el verano de 1992 y el de 1995, la ciudad quedó completamente rodeada por las tropas serbias y serbobosnias y sufrió un duro asedio que se cobró la vida de cerca de 6.000 civiles antes de ser liberada el 5 de agosto por el ejército croata. Es en esa ciudad donde cuatro años después, con las cicatrices de la guerra seguramente aún visibles, Dźanan Musa vino al mundo un 8 de mayo de 1999.
A los ocho años ya daba sus primeros pasos como jugador de baloncesto en la cantera del KK Bosna y en 2014 Musa se había convertido en uno de los jugadores con más futuro de su país. Así, antes de cumplir siquiera los 18 años, ya le había dado tiempo a ser el máximo anotador del Europeo sub-16 de ese año, promediando 23 puntos por partido; el MVP, máximo anotador y asistente y campeón del Europeo sub-16 del año siguiente (con 33 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias en la final frente a la anfitriona Lituania) y, por fin, máximo anotador del Mundial sub-17, celebrado en el verano de 2016, con 33 puntos de media por partido, incluyendo una máxima anotación de 50 puntos en el partido contra China Taipei.
En mitad de esta vorágine de actuaciones con su selección, en diciembre de 2014, a los 15 años de edad, fichaba por el KK Cedevita croata, que durante esos años y con el que pudo ser (y afortunadamente no fue) entrenador del Real Madrid Jasmin Repesa a los mandos, se convirtió en el equipo dominante de la liga croata, ganando 5 veces la liga entre 2013 y 2019 y llegando a jugar las Euroligas de las temporadas 14/15 y 15/16.
Con el Cedevita, nuestro protagonista se convertiría en el noveno jugador más joven en toda la historia de la Copa de Europa en debutar en el torneo, al jugar prácticamente 5 minutos el 15 de octubre de 2015 ante Olympiacos, en un partido que se acabarían llevando los del Pireo por 76-61.
Asentado ya en el primer equipo del Cedevita, sus actuaciones internacionales y en la EuroCup no pasarían desapercibidas y, en 2018 decidiría presentarse al draft de la NBA. El 21 de junio de ese año sería elegido en el 29º puesto por los Brooklyn Nets, el equipo que, cuando tenía su sede en New Jersey, había visto triunfar a uno de los grandes mitos del baloncesto mundial, Drazen Petrovic.
Pero la que dicen que es la mejor liga del mundo tiene sus peajes y al bueno de Dźanan le tocaría pagarlos todos. En una liga en la que el talento es cada vez más huidizo y donde prima la fuerza física, Musa no tenía sitio. Al menos, a sus 19 años apenas cumplidos. De ser una estrella en ciernes en Europa, pasaría a conocer las profundidades del banquillo de los Nets, participando en solo 9 partidos en su primera temporada con los de Brooklyn, prácticamente todos en la primera parte de la temporada y siendo destinado al equipo asociado a los Nets en la G-League, los Long Island Nets. Con los de Long Island repetiría grandes actuaciones casi cada noche, para irse a 19,5 puntos de media en los 36 partidos que jugó con buenos números también en asistencias y rebotes, pero la uno no abandona Europa para irse a jugar a la G-League…
Mejorarían algo las cosas al año siguiente, en el que participó en 40 partidos en la NBA más otros 12 en la G-League, pero no dejaba Musa de ser un jugador infrautilizado por su entrenador, situación que iría a peor según avanzaba la temporada con lo que, una vez terminados los playoffs de 2020, nuestro jugador decidió hacer las maletas y volver a Europa. Atrás quedaban los sueños de triunfar en la NBA, al menos por el momento, y empezaba la travesía por el desierto que muchas veces les espera a los jugadores que se van Estados Unidos demasiado pronto y vuelven a casa decepcionados por la experiencia: toca resetear y empezar de nuevo, tras haber desperdiciado unos años que suelen ser vitales en la carrera de cualquier jugador.
Anadolu Efes fue el equipo que apostó por Dźanan en su retorno a Europa. Fue el año en el que Efes, de la mano de Ataman, ganó por primera vez la Euroliga, eliminando al Real Madrid en el playoff y derrotando al Barça, que era el gran favorito, en la final. Campeón de Europa, sí, pero jugando un rato en 4 partidos.
Corriendo el riesgo de que su carrera se fuera por la borda, Musa tomó una decisión que es muchas veces necesaria, pero que no todos los jugadores se atreven a tomar: abandonar los grandes clubes de la Euroliga y buscar un equipo de aspiraciones mucho más modestas que le permita disfrutar de minutos en busca de relanzar su carrera. Y así, en el verano de 2021 se convertía en el flamante fichaje de un Leche Río Breogán recién ascendido a la Liga Endesa.
Su primera experiencia en la ACB fue brillante: el Breogán acabaría en un excelente undécimo puesto, lejos del descenso. Musa sería el máximo anotador de su equipo, con 20 puntos de media por partido y recibiría el título de MVP de la temporada. También jugando con los de Lugo sería cuando sufriese la que ha sido su lesión más grave hasta el momento: el 14 de abril, en el partido frente al Baxi Manresa, recibió un golpe en el cuello que le provocó una fractura de tráquea. Sorprendentemente, el jugador terminó el partido pero tuvo que ser intervenido posteriormente de urgencia.
La excelente temporada de Dźanan con los de Lugo no escapó a la atención del Real Madrid, que lo fichó ese mismo verano. Estamos en 2022 y, con apenas 21 años, Musa ha pasado de ser una estrella en edad juvenil a brillar en la EuroCup, estrellarse en la NBA y renacer en un club modesto antes de fichar por el gran dominador de la última década en el baloncesto europeo. Para cualquier otro jugador, este podría ser el resumen de toda su carrera, pero nuestro protagonista va a una velocidad diferente al resto.
Desde su llegada, Musa se convirtió en un jugador imprescindible en los esquemas de Chus Mateo. En su primera temporada con el Madrid se volvió a proclamar campeón de la Euroliga, pero esta vez sí, siendo importante para su equipo, jugando muchos minutos, aportando prácticamente 16 puntos por partido y siendo incluido en el mejor quinteto del torneo.
Su segunda temporada fue la de la consolidación del Musa en el equipo. Con unos números muy similares a los de la temporada anterior, solo el desastroso partido final de la Euroliga impidió que el equipo conquistase todos los títulos en liza. Más allá de los resultados, la temporada 23/24 vio durante varios meses el juego más brillante del equipo en mucho tiempo, con Dźanan siendo uno de los responsables del espectacular despliegue del equipo durante la primera parte de la temporada.
Y así llegamos a este año, en el que el equipo, habiendo perdido al mejor jugador exterior español de la historia del baloncesto, como es Rudy Fernández, a uno de sus mejores bases, como es el Chacho y a jugadores muy importantes durante estos años, como son Causeur, Poirier y Yabusele y con una política de fichajes, permítanme el eufemismo, errática, intenta encontrar su nueva identidad con más problemas de los esperados. Con un muy mal inicio en la Euroliga y bastante discreto en la Liga Endesa, prácticamente ningún jugador ha escapado a las críticas, siendo Musa uno en los que más se han cebado. Es evidente que su nivel este año ha bajado, pero también es verdad que ha sufrido dos lesiones no demasiado graves de manera casi consecutiva que le han impedido rendir a la perfección.
Por sus características, Musa es un jugador que no pasa desapercibido, ni en los momentos buenos ni en los malos. Con 2,05 de estatura y ocupando las posiciones de escolta y alero, según las circunstancias del partido, Dźanan siempre es protagonista. En un equipo que parece vivir siempre en la interinidad desde tal vez la marcha de Doncic a la NBA y más claramente desde el despido de Laso, pero que sin embargo no ha dejado de competir y de ganar títulos, Musa es uno de los referentes en ataque. Sin ser un tirador puro, tiene buena mano y, a pesar de su grave lesión de tráquea, no le ha cogido miedo al contacto con sus defensores y corta hacia canasta siempre que puede.
Y es precisamente este estilo de juego tan agresivo y la velocidad a la que le gusta hacer las cosas el que le hace cometer errores infantiles (es uno de los jugadores de la plantilla que más balones pierde, uno de los lastres del equipo en la presente temporada) y a no tomar siempre las decisiones correctas. Y es en una temporada como la actual, en la que al equipo le está costando sangre, sudor y lágrimas encontrar una línea regular de juego, estos defectos destacan más.
Sin embargo, Dźanan es uno de los jugadores de los que más depende el equipo y de los más fiables. A sus 25 años es sin duda uno de sus líderes y no se esconde nunca. ¿Volveremos a ver al jugador brillante de la temporada pasada? A mí no me cabe duda de que sí.
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