“Si me marcho mañana, ¿te acordarás de mi?” (Lynyrd Skynyrd)
Hoy he visto a Duane Allman: con mucho menos pelo, sin chaqueta de flecos, pero con la misma barba y una camiseta blanca con el número 13. Acariciaba el balón como las cuerdas de una Les Paul y convertía la pista en una carretera por la que, cuesta abajo, se deslizaba en una Harley hacia el aro contrario.
La leyenda dice que el guitarra de los Allman Brothers falleció en un accidente de moto en el año 71, pero se equivoca; la música se hizo baloncesto y, todas las noches, suena en el Palacio de los Deportes de Madrid como lo hacía en Fillmore East, en un eterno solo de guitarra que probablemente se prolongue hasta el amanecer.
Y es que Sergio Rodríguez convierte, con cada asistencia, con cada triple, la Avenida de Felipe II en la Autopista 66. Y sobre ella, un pájaro libre se posa en el 10 de Fernando Martín.
Porque, al fin y al cabo, de Madrid a Florida solo hay tres pasos.
O la longitud de una cuerda de guitarra.
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