Sacar conclusiones de cualquier partido es el pan nuestro de los que tenemos boca y dedos locos para twittear lo que pensamos al instante. Ayer pensaba que la plantilla del Madrid era un Frankenstein por la composición de la plantilla al llegar Gustavo Ayón cuando parecía que no llegaría nadie más. El partido contra el Valencia, en un choque igualado que decidió desde la larga distancia con el gran hacer de Llull y Rudy me hacía pensar que el Madrid, todavía más se inclinaría a morir y vivir del triple.
Por otro lado, el Barcelona me encantaba como daba la sensación de rodillo incontestable con una juventud en su plantilla y refuerzos totalmente acertados. Quizás el peor que ha salido de la supercopa ha sido el Laboral Kutxa, que ha dado la sensación que deben tener todos los equipos de la ACB (quitemos Valencia) de que los grandes son todavía más grandes y ellos cada vez más medianos.
Con estas sensaciones, se iniciaban los prolegómenos del primero de los numerosos Madrid-Barça o Barça-Madrid que se darán este año entre Liga ACB y Copa del Rey + Euroleague. El partido, esta vez de guante blanco respecto al “Sada Gate” del año pasado cumplió con un partido de inicio de temporada y con unos árbitros más relajados en cuanto al silbato, respecto al atroz concierto del partido contra el Valencia, del día anterior.
El Madrid en este choque, que ha dilucidado el campeón de la Supercopa Endesa, 3º consecutiva para el Real Madrid de Pablo Laso, el hombre con una guillotina en la cabeza toda el verano, tras derrotar al Barcelona de forma clara con Sergio Llull y el lanzamiento exterior como armas principales, destacando el excelente papel de Gustavo Ayón en la defensa blanca.
En el primer cuarto, el guion parecía el calco de los últimos choques. Tomic anotaba todo lo que le llegaba a las manos en la pintura, mientras el Madrid volaba a la contra con Rudy y Llull acertando desde la larga distancia. El acierto del menorquín daba las primeras ventajas para el Madrid hasta un 19 – 8 de arranque con Llull (12 puntos) y Tomic (8 puntos) como dominadores. La entrada de Lampe y Huertas dio un aire nuevo al Barcelona que lograba anotar por alguien que no fuera Tomic. La receta no tuvo el efecto efervescente esperando, puesto que Llull estaba a otra cosa desde el 6.75 anotando 15 puntos en este cuarto y con él, todo el Madrid veía el aro desde lejos como una bañera. Un triple de Rudy cerraba el cuarto con un parcial incontestable: 29-14.
Otro clásico de estos choques que viene repitiéndose es la importancia de la salida del segundo cuarto cuando sale Sergio Rodríguez (con Tiroides y muy delgado) y el Barcelona buscando un revulsivo que evitará el despegue del juego del base tinerfeño. Ese antídoto fue DeShaun Thomas y Lampe que con 7 y 4 puntos, ponían el choque en la distancia de menos de 10 puntos (32-25). Bourusis era quien tomaba el relevo anotador del Madrid con 9 puntos para sofocar el empuje blaugrana y que el partido se tornará en alternancia sin que la distancia entre ambos equipos cambiará (38-29). Las rotaciones nuevamente dieron un nuevo empuje al Barcelona que llego a ponerse a 4 puntos con un parcia del 2-7 (40-36), momento donde emergió desde la defensa y el pick and Roll, Gustavo Ayón cerrando el aro a Tomic. 4 puntos del mexicano y un triple de Facundo Campazzo y parcial a favor del Madrid de 7-0 que Oleson cortaba con un triple. En la última acción de la primera parte, Llull clavaba uno de sus tiros “Mandarinas” para cerrar 20 minutos enormes en su haber: 17 puntos. Al descanso 51 a 39 para el Madrid.
Al inicio del 3º cuarto vimos un aumento de intensidad en ambos equipos, traducido en un arranque de menos fuegos artificiales. Solo una canasta de Abrines y un triple de Rudy en casi 4 minutos donde la defensa predominaba y dominaba Ayón, quien cerraba todas las vías de salida a Justin Doellman. Ayón que salió de titular, lo hizo como 4. No es momento de sacar conclusiones, pero del mexicano con un cuerpo y un tiro más de pívot puro, pero con una velocidad de ala-pívot volvía locos a los interiores blaugranas. Eso permitía que el Madrid, entrara en su modo “francotirador” d y con una sucesión de suspensiones desde todos los lados, se iba marchando de un Barcelona, muy desacertado en esa faceta. Abrines y Navarro lo intentaban, pero los robos de Sergio Rodríguez y un inmenso Ayón en defensa (Pobre Marcus Slaughter, cuanto vas a pisar la grada) se crecía hasta llegar a las rentas del primer cuarto (69-53). Otro parcial a favor blaugrana albergaba esperanzas de un último cuarto disputado (71-59).
El último cuarto, como en esta película que tiene más secuelas que una saga de terror, repetía uno de sus giros de argumento clásico. Tomic dominaba la pintura de nuevo en un arranque feroz y el Madrid se mantenía por Felipe Reyes, hasta que llegaron los triples. Primero Maciulis y luego Bourusis, el “falso 5”, tal como Ayón era el “falso 4” en el 3º cuarto ponían el 83 – 69. Parecía misión imposible para un Barcelona que no mostraba el rodillo de apenas 24 horas. Oleson con otro triple volvía a poner el partido en la brecha de 11 puntos (85-74) y la respuesta fue la misma. Más triples, ahora Rivers apoyados en Reyes (un cariñoso saludo a Orenga, igual que con cada acción de Abrines) y el 3º triple de Bourusis remataban el partido en favor blanco (93-74).
Abrines respondía con la misma moneda que Rivers tomo nota para otro triple y convertir el final del partido en un “deja vú” más de la semifinal de Milán, que de la final de la Liga Endesa. El maquillaje final termino con el Real bordeando los 100 puntos y con un Barcelona con los brazos caídos. Curiosa la imagen de ambos equipos en los últimos títulos disputados. Las batallas se suceden y en las últimas, el ganador abatía a su rival a quemarropa. Sinceramente el 99 a 78 final no es la diferencia real entre estos dos titanes que amenazan con arrasar con todos los valientes a su paso, hasta volver a enfrentarse.
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