El Real Madrid logra una victoria sin apenas sudar, sin pisar el acelerador donde solo se le subieron las pulsaciones tras la expulsión de Jaycee Carroll, frustrado por una posible falta de Oliver en un tiro triple con uno de los colegiados que le había pitado unos pasos en una jugada anterior que termino con el escolta perdiendo los nervios. Fueron 5 minutos donde el Gran Canaria – última vez que les llamaré por este nombre en esta crónica – pudo plantar cara al conjunto blanco, hasta que unos chispazos del Chacho en el último minuto del 2º cuarto dio una ventaja de solo 2 puntos al descanso 39-37.
Antes de eso vimos un partido durante los 40 minutos horrible que un equipo parecía que no quería jugar: Madrid y otro que desde que fallo un par de tiros abiertos, aunque el partido fuera igualado no daba la sensación de creerse que podía hacer daño, presa de sus propios miedos como equipo menor.
Y es que el Granca ha demostrado por enésima vez desde que hace tres temporadas logrará semifinales ACB y en la Copa del Rey que ha perdido ese “algo” para tan siquiera competir en las canchas más grandes. Solo han ganado en vitoria desde entonces en una cancha Euroleague y cada partido es peor que el anterior, hasta que algún día rompan a jugar en el escenario grande y dejen de ser los buenos teloneros que caen bien, pero que no generan odio ni llenan estadios. Pero ese día por mucho que lo intente anunciar, jamás parece que llegará.
Y ante un Gran Fallones – apodo para este Granca en una cancha grande – como este, el Madrid supo superar uno de los momentos en el tercer cuarto que tanto daño han hecho esta temporada, donde le pasa justo lo que vengo relatando para el rival, que no sabe meter ni logra romper su dinámica. Pasó en Strasbourg, en Estambul, contra el Bayern pero esos equipos demostraron más que el Gran Fallones que no supo quitarse el bloqueo mental. Ahí el Madrid sabía que ganaría el partido con un par de destellos y sin pisar ni arriesgar un segundo de más del físico de Llull, a pesar de no contar con Carroll, ni con Rudy.
Fue suficiente 4 minutos de Chacho y Llull juntos para irse +10 en el tercer cuarto 53-43. 5 puntos seguidos de pangos parecían a menos de 2 minutos del primer cuarto que a pesar del horrible juego tendríamos emoción, pero una vez más, el Gran Fallones volvió a demostrar que no está a la altura y el Madrid con sobriedad en los minutos finales del cuarto, recupero el +11 y mato el partido (62-51).
El último cuarto no tuvo más relato que el Madrid con los esfuerzos mínimos llego a los 20 puntos de ventaja y dio descanso a Ayón, a Llull y con Doncic gustándose ante un Gran Fallones que hacía un tiro peor que el anterior. Solo el maquillaje por parte de Paulí y un poco de Pangos al final ante un Real que ya estaba pensando si no lo hizo desde el minuto 0 en la final ante Strasbourg, pero que no esconde que un equipo gano sin apenas subir pulsaciones. Eso fue el Real Madrid 85-68 Herbalife Gran Fallones.
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