Profesional, dedicado, jugador de equipo. Sonrisa en la cara con más minutos, sonrisa para el resto de los compañeros cuando jugaba menos. En búsqueda de oportunidades para poder brillar, sin acelerar, sin ser un incordio. Porque Ray McCallum Jr. quizá siempre pecó de profesional, de compromiso fuera cual fuese la recompensa que recibía. Y quizá ese haya sido su principal problema: siempre sonríe y trabaja. Y quizá, en algún momento, faltó el carácter o la patada a la puerta necesaria para enseñar todas sus armas.
Ray McCallum llamó mucho la atención en High School. Desde Detroit sonaban sus números de tal manera que grandes universidades como los Gators de Florida o UCLA le pretendían. Corría el año 2010 y en Ohio se celebraba el McDonald’s All American, evento donde se reunían dos equipos con los jóvenes más prometedores de High School. Harrison Barnes, Jared Sullinger, Tristan Thompson o el mismo DeShaun Thomas que acribillaba al Real Madrid la semana pasada con Maccabi Tel Aviv se encontraban en el equipo. Así como Kyrie Irving. Ray, comedido, como siempre ha sido fuera del cascarón Detroit, pasó por ahí con más vergüenza que decisión.
Porque por ese entonces estaba tomando una decisión que quizá haya sido la más importante de su vida. Quedarse en la Universidad de Detroit, de la cual su padre, Ray McCallum Sr. era su entrenador. Esta decisión que no se llegó ni a entender en Detroit y más teniendo equipos tan importantes como los Wildcats de Arizona detrás le formó una personalidad en torno al jugador.
Tres años después se presentará al draft de la NBA. Un jugador que en Detroit era capaz de anotar con solvencia, asistir con fluidez pero sobretodo rebotear como pocos lo hacían en su puesto. Alguien que sabía colocarse en la pista, inteligente, alguien que podía defender por conocimiento del juego más que por tener fuego en el cuerpo. Curiosamente sería elegido el número 36 de aquel draft por los Sacramento Kings, mientras que su hoy compañero en Málaga, Nemanja Nedovic, lo sería en el número 30 por los Phoenix Suns.
Es posible que Nemanja Nedovic, el hombre más importante por Málaga en lo que va de temporada, no parta ante el Real Madrid como ya lo ha hecho ante Zalgiris esta misma semana por una contusión clavicular. Será quizá su momento para lucir en un gran escaparate, y más cuando nuestro Real atraviesa una de sus peores etapas en años tras la noticia de la reciente lesión, también, de Anthony Randolph. Y será con la baja de quien podemos anteponer como carácter al suyo, el del serbio Nedovic.
Sería en Sacramento Kings donde realizaría sus mejores temporadas. Si bien con Malone demostró poder formar parte de una plantilla joven y en construcción alrededor de DeMarcus Cousins, los minutos no terminaban de llegar. La destrucción del proyecto Malone en ese Diciembre rompió también la dinámica de los Kings más serios que se han visto hasta la fecha y en definitiva, del equipo. La deriva encaminó a la nada y de la nada llegaron los minutos en los que Ray pudo brillar: jugador que podía anotar desde fuera sin ser un gran tirador, algo menos capacitado para el pase pero comprometido y profesional defensor.
Siempre quedaba una idea con él en pista: era alguien fiable.
De Malone se llegó a George Karl, con quien mejor ha jugado en la NBA (7.4 puntos, 2.8 asistencias, 2.6 rebotes y una efectividad en el tiro cercana al 50% apareciendo hasta treinta veces en el quinteto titular). Y también, cómo no por la capital californiana, en un barco a la deriva. Pero brilló y en Sacramento se podían leer únicamente cosas buenas de él. Recatado pero cumplidor, fiable, jugador de equipo, lo mejor para tener una plantilla larga.
Pero proyectos van, ideas se anteponen a compromisos y sus huesos terminarían parando en San Antonio Spurs. Poco hueco para tan humilde carácter. Ray parecía cumplir un rol: el de acatar órdenes. De él se cuenta cómo Messina le comunicaba que iba a jugar en días para los Toros de la NBDL y metido en un coche consideraba esa su mejor opción para volver a las canchas de la NBA. En palabras de Ray Senior, era la mejor opción de la que disponía: minutos. Sin sitio en un equipo con tanta competencia termina, hasta hoy, su etapa NBA en las filas de los Grizzlies. Equipo donde volvió a ser sólido desde la segunda unidad pero sin tener ese grito que haga que la gente se vuelva a él.
Y es que en definitiva Ray McCallum Jr. ha sido un jugador al que le faltó gritar. Educado, sonriente, perfecto para la plantilla. Pero con un punto menos de descaro y desvergüenza que un gran porcentaje de compañeros con los que ha coincidido todos estos años. Entre ellos Nedovic, en Málaga.
Correcto en la dirección, con un físico muy potente y un tren superior importante para Euroleague. Puede penetrar con corrección aunque le falte algo de manejo. En el tiro externo puede ser seguro pese a no ser un tirador, con una mecánica algo más lenta para generarse su tiro. Puede rebotear y defender incluso a jugadores más grandes porque en definitiva si algo tiene es inteligencia. Porque su padre, ex jugador de la CBA (incluso llegó a estar seleccionado por los Pacers de la NBA), le hizo crecer con baloncesto. Y baloncesto es su lenguaje. Y quizá ese Ray McCallum que tanto cariño le cogió a ese deporte no terminó de comprender el por qué debía jugarlo lejos de quien se lo dio. Quizá es el momento, quizá es la semana, para conocer ese Ray independiente, que sepa llevar su juego a otro nivel, a derribar puertas, a gritar su nombre en alto y a convertir a Unicaja Málaga en un equipo que aspire a PlayOff de Euroleague. Viene de anotar 19 puntos ante Zalgiris, con más tiros que nunca y menos precisión.
Quizá estemos viendo el despertar de un jugador que tiene muchas cosas para ser importante, menos la creencia en sí mismo.
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