Es difícil que un jugador pueda llamar la atención cuando está flanqueado por dos pantallas que lo tapan todo: una es Nikola Jokic, hoy líder de los Denver Nuggets. La otra es el uniforme más hortera de todo el continente. Pero Vasilije Micic (Serbia, 1994) consiguió sobresalir en aquél proyecto de KK Mega Vizura que les convirtió en equipo de moda y coger ese halo de cantera balcánica que aún hoy poseen.
Es cierto que aquél KK Mega de 2013 reunía a dos piezas que desde Madrid volcaban la mirada. Una era nuestro querido -y tan tristemente castigado por las lesiones- Novica Velickovic. Otro tipo de querer se notaba en la comisura de los labios al ver ahí a Ratko Varda -ídolo-. Pero Madrid y Barcelona se interesaban por Jokic, como lo hacía toda Europa e incluso algún visionario de la NBA.
Y ahí estaba Micic: ese base atípicamente alto que con una elegancia notable formaba una dupla dispar en el equipo rosa. Es verdad que es el último año en el que nuestro hombre estuvo en Serbia y será un año después donde Nikola Jokic desata el caos por Europa demostrando que ahí había un techo para la NBA.
Ambos fueron seleccionados en la competición más grande al finalizar aquella temporada 2013/2014, algo desafortunada y con cierta decepción. Pero eran jóvenes, muy jóvenes. Extremadamente jóvenes. Y más en una de las ABA League más competidas de los últimos años. La que ganó la Cibona de Dario Saric -y conocidos como Strawberry y Matt Janning- al Cedevita de Jusuf Nurkic y Miro Bilan.
Pero es que en aquél torneo también estaba Boban Marjanovic, Joffrey Lauvergne, Bogdan Bogdanovic, Marko Popovic, Nikola Milutinov… Resulta curioso que una vez Micic es elegido en segunda ronda por los Sixers de Philadelphia y decide continuar en Europa en las filas de Bayern Munich, en Estados Unidos comentaban cómo el base serbio tendría margen de mejora tras salir de una liga algo menor como la Adriática… ¿han leído los nombres?
Movimiento extraño, si bien Bayern por aquél entonces quería aspirar a tener un peldaño más en Europa y atraer nuevo talento parecía un buen plan, no terminó de funcionar en un equipo con jugadores que le triplicaban en carácter y que amasaban gran cantidad de balón –McCaleb, John Bryant, Savanovic, Dedovic-. Volvió pues a la ABA y a Euroleague de la mano de un Estrella Roja que ya tenía en Jovic su faro.
Y todo lo que parecía apuntar aquél joven base espigado (¡1,97 metros!) y con cara de semi-retirado se perdió un poco en la inseguridad y cierto aire de flojera en pista. Micic parecía el que menos garra ponía y eso en Estrella Roja se notaba.
Así que mientras Jokic en la NBA demostraba que podía convertirse en el pivot dominante -y asistente- que hoy es, Micic decidió buscarse su hueco correspondiente: rumbo a Turquía, en Tofas encontró aquél Micic que hoy estamos empezando a conocer de verdad y que vimos en categorías inferiores de la selección. Y es precisamente la selección la que mejor le sentó tras la confianza que depositó en él Sasha Djordjevic. El Eurobasket de 2017 es probablemente una de sus piedras de toque: salir a sustituir a Jovic y Teodosic realizando labores de rol más que definidas.
Algo que Zalgiris, siempre con un buen departamento de ojeadores y que siempre ficha tan bien, vio rápido. Micic podía ser un complemento ideal de Pangos (¿qué preferirían para un notable tirador como él, un base director como Micic o alguien que requiere toda la atención como Heurtel?). Y así vimos como esta dupla de bases harían moda a un Zalgiris que para sorpresa de todos se plantó en la Final Four.
Aún así cuando fichó por Anadolu Efes nada hizo entrever que él sería el eje de rotación del que es el equipo revelación de la temporada. Con Larkin en plantilla y Beaubois de complemento, el espacio parecía cerrado a convertirse en ese jugador de rol y nos hemos encontrado con el MVP del Mes de Noviembre.
Y si me permiten decirlo, totalmente merecido.
No sólo por dejar sin espacio en la pista a Larkin, sino que con su baloncesto sencillo ha conseguido encajar en la pista a Dunston, Pleiss y Moermann. Permite balón y espacio a Simon e incluso se ha hecho el favorito de Beaubois: <<puede hacer tantas cosas en pista que es tremendamente fácil jugar con él>>. Puntos, rebotes y asistencias.
A veces hay que confiar en que los jugadores de baloncesto, pasen los años que pasen, pueden progresar, cambiar o incluso sorprender. Micic es el ejemplo perfecto de alguien que tapado eternamente ha conseguido encontrar su hueco. Y quién sabe, quizá algún día se reencuentre con Jokic en una pista americana… en su último año ha crecido a un ritmo imparable.
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